Las Promesas de Dios por Medio de La Fe en Jesucristo
¡Pondré mis Leyes en sus corazones, y las Inscribiré en sus mentes! SOBRE LA IGLESIAEDUCACIÓN BÍBLICADOCTRINA DEL PADRE
Las Promesas Divinas de Cristo
Tu Justificación en Cristo
¿Has Recibido las Promesas de Dios?
Las Promesas de Dios son el poder divino que crea y constituye todo tu ser en Cristo. Por tanto, el Espíritu Santo se anticipó y anunció; que es Cristo en tu vida personal la Justicia de Dios suministrada para la Salvación de tu alma mediante La Fe en su redención.
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La justicia de Dios por La Fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia; por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.
Siendo justificados gratuitamente por su gracia mediante la redención de Jesucristo, a quien Dios puso como propiciación por medio de La Fe en su Sangre. A fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de La Fe de Jesús.
Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar en Cristo a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En tu Simiente serán benditas todas las naciones de la tierra.
Sabed, por tanto, que, a todo aquel que cree a Dios, igual que lo hizo Abraham, su fe le es contada por justicia. (Rom 4. 1-25), Y, todo aquel que vive por La Fe en Jesucristo ha sido justificado por Dios. Gál 3. 6-8. Rom 5. 1-11
Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas de Dios, y a su Simiente, la cual es Cristo. Mas la Escritura encerró a todo el mundo bajo pecado, para que las promesas de Dios nos fuesen dadas a base de La Fe en Jesucristo. Rom 2. 19-20. 6. 23
Sin embargo, antes que Cristo fuese manifestado al mundo, estábamos confinados bajo la ley, hasta que Cristo fuera resucitado por Dios para nuestra justificación. De manera que, todo aquel que está en Cristo, de Cristo está revestido como Hijo de Dios. Por quien también ha sido justificado mediante La Fe en su Sangre, conforme a la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Gál 3. 16-27
Todas las Naciones
De modo que, las promesas de Dios confirmadas a Abraham, y a toda su descendencia por medio de Cristo, (el cual es el Heredero del mundo), fueron hechas por la justicia de La Fe en Jesucristo. A fin de que dichas promesas sean firmes; no solamente para los hijos de Israel, sino también para los gentiles que creemos a Dios igual que lo hizo Abraham. Rom 4. 13-16
Por tanto, acogeos los unos a los otros, como también Cristo nos acogió para gloria de Dios. Jesús cumplió toda la ley, y demostró la verdad divina, para confirmar las promesas de Dios hechas a los padres, y para que los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia, como dice la Escritura: Por tanto, te confesaré entre los gentiles.
Como está escrito: Alabad al Señor todos los gentiles. Alegraos, y exaltad a Dios, como un solo pueblo. Como dijo Isaías: Vendrá la raíz de Isay, y el que se levantará a regir a los gentiles. (Rom 15. 7-13. Ref. EF 2. 11-22). Y el Dios de la esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en su esperanza de Salvación por el poder del Espíritu Santo. Rom 8. 20-25
La Promesa del Espíritu Santo
Cristo te redimió de la Ley, para que creyendo en él, la bendición de Abraham te alcanzase mediante La Fe en su redención. Por tanto, en él, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de nuestra salvación, y habiendo creído, fuiste Sellado también en él con el Espíritu Santo de la promesa del Padre.
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David, sabiendo que Dios le había asegurado con juramento que, de su descendencia, haría surgir al Mesías, para que se sentase en su trono. Viéndolo de antemano, profetizó y habló de la resurrección de Jesucristo.
Así que, Jesús, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, hizo notoria su manifestación.
David, También habló de la glorificación de Cristo, diciendo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra. De modo, que, Dios mismo hizo a Jesús Señor y salvador del mundo.
Por lo cual, el mundo dirá: ¿Qué haremos? Y acudirá a Jesús con arrepentimiento, y recibirá el perdón de Dios; y, en consecuencia, recibirá el don del Espíritu Santo. Porque las promesas de Dios son para todo aquel que invoque el nombre de Jesús, y reciba su salvación. Hch 2. 29-39
La venida del Espíritu Santo
Por tanto, Jesús hizo que sus discípulos no salieran de Jerusalén, y que esperasen la promesa del Padre. (S Lc 24. 44-49). Porque, de la manera que Juan vino a bautizar con agua, ellos serían bautizados con el Espíritu Santo. (S JN 1. 29-34). Por el cual, también serían revestidos de poder, para testificar de Cristo hasta lo último de la tierra. Hch 1. 4-8
De tal manera, Cristo nos redimió de la maldición de la ley, para que en Cristo Jesús (la Justicia de Dios por medio de La Fe en Jesucristo) alcanzase a los gentiles, a fin de que por medio de La Fe en él recibiésemos la promesa del Espíritu Santo.
Ciertamente, en él, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de nuestra salvación, y habiendo creído, fuimos Sellados con el Espíritu Santo de la promesa del Padre, el cual es las arras de nuestra herencia con miras a la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria. Gál 3. 13-14. EF 1. 13-14
Tu Nuevo ser en Cristo
Si en verdad habéis oído de Cristo, y habéis sido enseñados en él, conforme a la verdad que está en Jesús, a QUE, en cuanto a la pasada manera de vivir, OS DESPOJÉIS del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, OS RENOVÉIS en el espíritu de vuestra mente, y OS VISTÁIS del Nuevo hombre, creado a Semejanza de Dios en la justicia y santidad de la verdad. EF 4. 20-24
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Leyendo el misterio divino manifestado por el Espíritu Santo a través de los apóstoles y los profetas, podréis comprobar que el Padre nos hizo coherederos y miembros de un mismo cuerpo, y copartícipes de las promesas de Dios en Cristo Jesús por medio del evangelio de nuestra salvación. EF 3. 4 7
Por lo cual, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles, erais llamados incircuncisos. Estabais sin Cristo, y erais extranjeros en cuanto a los pactos de las promesas de Dios, sin esperanza y sin Dios en el mundo.
Reconciliados con Dios en el Cuerpo de Cristo
Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la Sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz, que, de ambos pueblos, (judíos y gentiles), hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne la enemistad, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo.
Y, Jesús nos trajo las buenas nuevas de paz, a los que estábamos lejos, y a los que estaban cerca. Porque por medio de él, todo aquel que cree a Dios tiene acceso al Padre por medio del Espíritu Santo. EF 2. 11-18
Y todo proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo mediante Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; a saber, que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. De modo que, si alguno está en Cristo, Nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí que todas han sido hechas nuevas. 2ª Cor 5. 17-18
La Promesa de la vida eterna en Cristo
Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es Nacido de Dios, y tiene el Testimonio de la vida de Cristo en su propia vida personal. Porque Dios nos ha dado la vida eterna que está en su Hijo. Por tanto, así como el que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida eterna. 1ª JN 5. 9-12
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Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien, según su gran misericordia, nos hizo renacer para la esperanza viva de la vida eterna en Cristo. La herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible reservada para nosotros. Para la cual, somos guardados por Dios mediante La Fe en Jesucristo, para alcanzar dicha salvación, preparada para ser revelada en este último tiempo. 1ª P 1. 3-12
Y, todo aquel que niega al Hijo de Dios, no tiene al Padre. Mas, el que confiesa al Hijo, tiene también al Padre. En cuanto a vosotros, lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre. Y esta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna. 1ª JN 2. 23-25
Asumir la vida de Cristo
Por tanto, debemos mostrar una actitud firme y certera sobre la plena certeza de nuestra esperanza de salvación en Cristo. A fin de no ser perezosos, sino imitadores de los vencedores de la fe que nos dejaron ejemplo de su paciencia como herederos de las promesas de Dios.
Porque, cuando Abraham recibió las promesas de Dios, Dios le juró por sí mismo, que tales promesas son inmutables. Y habiendo esperado con paciencia, fortaleció su confianza en Dios hasta llegar a ser conforme a lo que Dios le había dicho, en cuanto al cumplimiento de su propósito por medio de Jesucristo. He 6. 11-18
Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa (de la Justificación de Cristo), la inmutabilidad de su propósito divino, juró por sí mismo que cumpliría su palabra. Lo cual dio continuidad al Juramento eterno de Cristo como sumo sacerdote de los bienes venideros de nuestra salvación. He 7. 11-28
Y Jesús, acabada su obra redentora, se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos; hecho ministro del santuario celestial. Aquel verdadero Tabernáculo que erigió el Señor, y no el hombre. Tal garantía divina de Cristo es una fuente inagotable de consuelo para los que nos refugiamos en él y nos asimos de su esperanza de salvación puesta delante de nosotros. He 8. 1-13. 9. 11-15
Artículos actualizados
Los bienes y las riquezas eternas del Padre son el poder divino que constituye la vida y la piedad de Cristo en tu vida personal como Hijo de Dios. Tal excelencia del conocimiento y la sabiduría divina manifiesta la gloria de su gracia en Cristo a través de tu salvación.
Por medio de Cristo recibes las promesas de Dios. En él, fuiste elegido según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu Santo, para obedecer y ser rociado con la Sangre preciosa de Jesucristo. Él es la piedra viva, escogida y preciosa, en la cual eres edificado como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios. Por lo tanto, la suma de dichas Preciosas y grandísimas promesas implementadas en tu vida personal es el poder de Dios que te hace partícipe de su naturaleza divina en Cristo.
Aplicación doctrinal
En efecto, tu mejor diligencia de adquirir las virtudes de Cristo, el conocimiento y la sabiduría instructiva del Padre, y el fruto y los dones del Espíritu Santo, te edifica como Hijo de Dios. Te hace abundar en sus buenas obras, y te proporciona amplia y generosa entrada en el Reino eterno de Jesucristo. Él es el Señor y salvador personal de toda tu vida. Por lo cual, debes renunciar a la concupiscencia de tu propia naturaleza pecaminosa, y a toda fantasía engañosa y destructora de la corrupción que hay en el mundo a causa del pecado. 2ª P 1. 3-9
Exhibe
las Capacidades Internas de las Promesas de Dios
Las Virtudes de Cristo
Sé diligente en afianzar tu llamamiento y elección en Cristo. Haz que abunde en ti el conocimiento y las virtudes divinas que establecen tu vida en Cristo, el cual te limpió del pecado e iluminó tu alma con la palabra de Dios.
La verdad de Jesús
Toda Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea enteramente apto, bien pertrechado para toda buena obra.
La Administración de su gracia
Conocer a profundidad la administración de la gracia de Dios, según la revelación del misterio divino dado a conocer por el Espíritu Santo para la edificación de tu vida en la persona de Jesucristo.
F.A.Q
Las Doctrinas divinas de La Fe de Cristo
¿Qué es la Justicia de Dios?
Jesucristo mismo es la Justicia de Dios. (2ª Cor 5. 21). Él cumplió todas las demandas de la ley, como jamás nadie lo haría por ti. Por tanto, él mismo también es el medio por el cual Dios decidió perdonarte para siempre. Jesús derramó toda su vida en la Cruz del Calvario para que tú seas salvo del pecado, del juicio de la ley, y del juicio divino de la condenación eterna. S JN 5. 26-29
¿Cuáles son las Riquezas divinas de Jesucristo?
El Cordero de Dios que Quitó el pecado del mundo. El Espíritu de verdad, el cual regenera tu vida en Cristo. La Instrucción divina que procede del Padre, y la vida eterna de todo tu ser resucitado para la eternidad con Cristo en el Reino de Dios. 1ª P 1. 18-23
¿Cómo estimar tu vida en el Cuerpo de Cristo?
La Conciliación del Cuerpo celestial de Cristo es la obra más importante de todo el universo. Por tanto, en él, por él y para él, Dios te escogió para la Salvación eterna, (que proviene de sí mismo), de acuerdo con el propósito divino de su Nueva creación, hecho conforme a su imagen y semejanza en Cristo. Rom 11. 36. 1ª P 1. 3-5
¿Por qué tu Salvación es únicamente por medio de La Fe en Jesucristo?
Primero, porque es el Plan de Dios en la persona de Jesucristo. Y, segundo, porque Dios mismo determinó que tu salvación es un milagro creativo que solo procede de su gracia a través de Cristo. De hecho, la palabra de Dios que recibes y la capacidad que te proporciona La Fe en Cristo es un don del Espíritu Santo que te da acceso al Padre. Él es el Espíritu de Dios que interviene tu vida conforme a la voluntad del Padre en toda la gestión de tu Nueva creación en Cristo. EF 2. 8-9, 18
¿Cómo asumir tu Nueva creación como Hijo de Dios?
¡Es aquí donde radica el papel fundamental de tu fe en Cristo! Es decir, que, puesto que tu vida procede de la obra redentora de Cristo, has de saber que nada podrás añadir, que no sea tu plena confianza en Dios y en el mecanismo divino que realiza la salvación de tu alma.
En efecto, como Dios te conoció y te escogió cuando aún tú no existías, te redimió y te santificó cuando ni siquiera habías pecado. Por lo tanto, si algo quieres hacer, Sé hoy quien tú tienes que ser en Cristo: ¡Un ejemplo de vivir como Hijo Dios! 2ª Cor 5. 14-18